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jueves, 5 de agosto de 2010

Bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki: La espada de Damocles yanqui contra la humanidad.



El objetivo que realmente buscaba Estados Unidos con el lanzamiento de las bombas atómicas, sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, no era el de la rendición de Japón, pues éste ya llevaba tiempo buscando una salida negociada a la guerra. El verdadero objetivo del gobierno yanqui no era otro que intimidar a la humanidad, en especial a la Unión Soviética, mostrándole la capacidad destructiva de la que eran poseedores y de su total falta de escrúpulos para utilizarla contra población civil indefensa. El lanzamiento de las bombas era la forma de decirle al mundo que, tras la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se había convertido en el nuevo Imperio y que nadie debía de entrometerse en su camino expansionista.

Hoy como entonces, el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica, junto a sus aliados, sigue haciendo gala de la misma falta de escrúpulos y de humanidad desarrollando guerras atómicas de baja intensidad en Afganistán e Irak, haciendo uso de explosivos de uranio empobrecido y fósforo blanco que tendrán a la larga unas consecuencias desastrosas para la población y el medio ambiente de Oriente Medio. Un genocidio sólo denunciado y combatido con firmeza por un puñado de naciones dignas como Cuba, Venezuela o Irán, ésta última, paradójicamente acusada de construir armas nucleares, por quienes precisamente las han usado y las siguen usando en sus criminales guerras de rapiña.

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