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viernes, 11 de junio de 2010

Antigravedad

Nunca se ha estado tan cerca de controlar la todavía enigmática fuerza de la gravedad como en este momento. Varios equipos de la NASA, la ESA, empresas aeronáuticas y universidades están trabajando para crear una máquina antigravedad. Los resultados de sus investigaciones prueban que, en determinadas circunstancias, esta fuerza se puede modificar a voluntad.
Un disco de un material superconductor girando a gran velocidad puede haber abierto la puerta al control de la fuerza de la gravedad. Todavía no se sabe con certeza por qué, pero lo cierto es que este dispositivo modifica el peso de las cosas que se encuentran sobre él. Algo que se escapa a los actuales conocimientos de los físicos, pero que ya ha sido detectado por diversos equipos de investigadores, los últimos de ellos pertenecientes a la Agencia Espacial Europea (ESA).

EL EXPERIMENTO PODKLETNOV
En marzo del año pasado la ESA anunció que los doctores Martin Tajmar y Clovis de Matos habían conseguido detectar una pequeña disminución de la fuerza de la gravedad, un 0,01%, sobre uno de estos discos rotatorios. Puede parecer muy poco, pero es cien trillones de veces más de lo que sería de esperar según la Teoría de la Relatividad de Einstein (MÁS ALLÁ, 171 y 205). Se trataba sin duda de un fenómeno desconocido que podría dar las claves para controlar la fuerza de la gravedad. El experimento de la ESA reproduce con resultados mucho más modestos los obtenidos en 1992 por el científico ruso Yevgueni Podkletnov, que trabajaba en aquella época en la Universidad de Tampere (Finlandia). La reducción de peso llegó en esa ocasión al 2% y el anuncio de que se había logrado modificar la fuerza de la gravedad dio la vuelta al mundo. La publicación de esta investigación supuso una conmoción para muchos físicos. Podkletnov se encontraba realizado experimentos con materiales superconductores, que sirven para transmitir la electricidad de forma muy eficiente. Mientras trabajaba con un disco fabricado con una aleación de óxido de cobre, itrio y bario –un material superconductor que transporta la energía eléctrica de forma muy eficiente– que giraba a 5.000 revoluciones por minuto a 196 grados bajo cero, se percató de que el humo que desprendía la pipa de un colega que le estaba visitando se elevaba bruscamente al pasar por encima del disco. Después de repasar todas las posibles causas que podrían explicar la anomalía, llegó a la conclusión de que el disco generaba un efecto de apantallamiento de la gravedad, de modo que los objetos que se colocaban sobre él perdían en torno a un 2% de su peso. El investigador ruso estaba a punto de publicar las conclusiones de su trabajo en la prestigiosa revista Journal of Physics D: Applied Physics cuando el diario británico The Sunday Telegraph adelantó los resultados. Esta circunstancia generó una gran polémica, que desembocó en la retirada del artículo de Podkletnov y en sus posteriores renuncia a su plaza en la Universidad de Tampere y regreso a Rusia (MÁS ALLÁ, 99). Durante los años siguientes se supo poco de este investigador. Pero la semilla de su revolucionario descubrimiento ya había sido sembrada. Físicos teóricos como Giovanni Modanese, del prestigioso Instituto Max Planck de Física, prosiguieron sus investigaciones y proporcionaron una explicación teórica al fenómeno. Otros investigadores independientes afirmaron haber reproducido el experimento e incluso una doctora de la Universidad de Alabama (EE.UU.), Ning Li, aseguró que había predicho años antes los resultados obtenidos por Podkletnov en un trabajo teórico que relacionaba la gravedad con la rotación, los superconductores y los campos magnéticos. Pasaron los años y la mayor parte de la opinión pública se fue olvidando del anuncio realizado por el científico ruso. Como ha ocurrido en otras ocasiones con la difusión de lo que suponían avances científicos revolucionarios –como, por ejemplo, el de la fusión fría–, el escepticismo de la mayoría de los científicos respecto a algo que aparentemente supone un desafío a los pilares de la física fue apagando su eco.




LA NASA
Sin embargo, los hechos son tozudos: nuevos estudios han reproducido recientemente los resultados obtenidos por Podkletnov. Investigaciones de la NASA y de compañías aeronáuticas como Boeing o el consorcio británico British Aerospace han seguido buscando el control de la gravedad. En paralelo, numerosos científicos independientes han propuesto posibles caminos para lograrlo, algunos relacionados con la mecánica cuántica y otros con una nueva forma de entender la Teoría de la Relatividad. En Estados Unidos se llegó incluso a patentar el año pasado un dispositivo de antigravedad. La NASA fue de los primeros organismos que intentó seguir el camino trazado por Podkletnov. En 1996 Ron Koczor, director auxiliar para ciencia y tecnología del Laboratorio de Ciencia Espacial del Centro de Vuelo Espacial Marshall de la NASA, situado en Huntsville (Alabama, EE.UU.) fue nombrado coordinador de la investigación sobre antigravedad. Para ponerla en marcha reclutó a varios científicos de la cercana Universidad de Alabama. Los resultados no fueron satisfactorios debido en parte a los planteamientos del equipo dirigido por Ning Li, que pretendía desarrollar un dispositivo de apantallamiento de la gravedad en lugar de reproducir simplemente el experimento del investigador ruso. Al menos en un primer momento, la NASA sólo aspiraba a comprobar si era posible reducir el peso de los cohetes en el momento del lanzamiento, lo que supondría un notable beneficio. Cuatro años después se puso en marcha el experimento Delta G, al que se destinó un presupuesto de 600.000 dólares. El propio Podkletnov fue fichado para el proyecto con la esperanza de que sus indicaciones permitieran a la empresa Superconductive Components Inc.fabricar un dispositivo similar al que había ensayado ocho años antes en la Universidad de Tampere. En esta ocasión, los resultados no fueron concluyentes porque, al parecer, los investigadores no pudieron obtener el mismo material que había utilizado el científico ruso.

NUEVOS EXPERIMENTOS
Los escasos resultados logrados por la NASA no impidieron que se pusiesen en marcha otros experimentos. El Gobierno británico financió una investigación, dirigida por el físico Marcus Hollingshead, para intentar reproducir el fenómeno de apantallamiento de la gravedad. Le siguió el Proyecto Greenglow, del grupo británico BAE, integrado por British Aerospace Systems y Marconi Electronic Systems, y que también concluyó sin resultados definitivos. La compañía aeronáutica Boeing recogió el testigo y comenzó a realizar sus propias investigaciones en los hangares secretos Phantom que tiene en Seattle (EE.UU.). Según la prestigiosa revista británica Jane’s Defense Weekly, el programa fue dirigido por un ex alto cargo del Ejército del Aire estadounidense. Sus resultados no han trascendido. Por el contrario, sí trascendieron, y de qué manera, los derivados de una investigación auspiciada por la ESA y desarrollada en Austria por los doctores Martin Tajmar y Clovis de Matos, del laboratorio ARC Seibersdorf: como hemos visto, Tajmar y De Matos lograron que un disco de material superconductor girando a 6.500 revoluciones por minuto redujera la fuerza de la gravedad en un 0,01%, lo que supone que una persona de 70 kg perdiera siete gramos. Para ello partieron del mismo presupuesto que Podkletnov, pero su base teórica estaba mucho más argumentada. Estas pequeñas reducciones de la gravedad son la punta de un iceberg que podría conducirnos a una nueva concepción de la fuerza descrita por Isaac Newton y a conseguir controlarla, quizá incluso para anular sus efectos en determinados momentos.

1 comentario:

  1. XD les regalo unas investigaciones,,,,saludos.

    http://es.scribd.com/doc/17490678/Propulsor-Hermetico-Electromagnetico-Para-Antigravedad-FUERZADESLIZADOR

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