A continuación reproduzco integramente el magnífico artículo de Manuel Freytas, "El hombre del coche bomba. Operación encubierta: El nuevo simulacro "terrorista" en EEUU", en el que analiza lo sucedido en la neoyorquina Times Square, a principios de este mes de mayo, como una jugada más del imperio para mantener la alarma terrorista entre la población y preparar el "clima", para un más que posible nuevo 11-S, con el que justificar nuevos crímenes imperialistas. Un nuevo autoatentado que tendría unas consecuencias catastróficas para la humanidad, tanto en el lugar en el que se produzca (es muy probable que el imperio esté preparando un autoatentado nuclear para justificar el ataque a Irán), como para el lugar al que falsamente se acuse de su responsabilidad, por todo ello, es más necesario que nunca que todos y todas trabajemos con todas nuestras fuerzas para desmontar la gran mascarada de al-Qaeda y el terrorismo, denunciando quien está verdaderamente tras esta criminal estafa.
De pronto, el sábado pasado, apareció un coche bomba "listo para explotar" en Nueva York. Que no "explotó" gracias a la tarea "preventiva" de la inteligencia y el aparato de seguridad USA. Los condimentos de siempre: "Sospechoso" detenido que "confesó" todo, describiendo sus pertenencia a una "red terrorista" de Pakistán. Mapa del "ataque", rastros del origen del "agresor". La consiguiente alerta y advertencia de Obama: "no nos dejaremos aterrorizar". Una operación de manual, descripta casi para cerebros infantiles. Una nueva farsa con el montaje de la "amenaza terrorista". Un nuevo testeo de la reacción emocional estadounidense frente al "terrorismo". Una preparación de "clima", para un nuevo uso de las operaciones "terroristas" como argumentación de nuevos despliegues militares de ocupación. Entre ellos el ataque a Irán, y posiblemente a Siria. NI la CIA ni el FBI descansan. Y el "terrorismo" continúa siendo la variable clave, el justificativo central, el factor integrador, del desenlace de los distintos frentes de conflicto que, por ahora permanecen, en "estado latente". Sólo por ahora.
De acuerdo con lo que muchos ya llaman la "nueva doctrina Obama" (que en realidad es la vieja doctrina Bush), Washington sigue impulsando sus políticas de posicionamiento militar orientadas a controlar mercados y fuentes de energía y de recursos naturales en Asia, África y América Latina.
En este escenario el "terrorismo", clave en los diferentes procesos que se avecinan, no es un objeto diabólico del fundamentalismo islámico, sino una herramienta de la Guerra Psicológica que la inteligencia estadounidense y europea están utilizando como cortina de humo para encubrir y justificar su accionar en el campo de las operaciones para derrotar a los talibanes en Afganistán, ocupar Pakistán, Sudán y Yemen, justificar acciones militares contra Irán antes de que se convierta en potencia nuclear, y generar un posible segundo 11-S para distraer la atención de la crisis económica que ya ha derivado (por medio del desempleo) en crisis social tanto en EEUU como en Europa.
Desde el 11-S, el proceso de "miedo al terrorismo" es alimentado a su vez por las grandes agencias y cadenas internacionales que se encargan de difundir por todo el planeta, y como si fuera una novela de espionaje, versiones, trascendidos, comunicados, cartas, videos con nuevas amenazas, "información secreta" sobre grupos terroristas, pistas "árabes", etc., etc., cuya usina matriz, en la mayoría de los casos, se encuentra en los sótanos de planificación de la CIA o del resto de la estructura de inteligencia norteamericana, o israelí.
Durante ocho años de gestión, Bin Laden y Al Qaeda se convirtieron casi en una "herramienta de Estado" para Bush y los halcones neocon que convirtieron al "terrorismo" ( y a la "guerra contraterrorista") en su principal estrategia de conquista de mercados y de supervivencia en el poder.
En un planeta sin guerras inter-capitalistas, ya casi sin conflictos armados (al margen de Irak, Afganistán y Medio Oriente), la leyenda de Bin Laden y el "terrorismo internacional" sirvió (y sirve) para alimentar y justificar las estrategias expansionistas del Imperio norteamericano, para crear nuevos y potenciales mercados a la trasnacionales capitalistas de EEUU y Europa, y para mantener en funcionamiento a los complejos militares industriales que han encontrado en la "guerra contraterrorista" su nueva tajada ganancial en el negocio armamentista.
Hay suficientes pruebas históricas en la materia: El 11-S sirvió de justificación para las invasiones de Irak y Afganistán, el 11-M en España preparó la campaña de reelección de Bush y fue la principal excusa para que EEUU impusiera en la ONU la tesis de "democratización" de Irak legitimando la ocupación militar, el 7-J en Londres y las sucesivas oleadas de "amenazas" y "alertas rojas" le sirvieron a Washington para instaurar el "terrorismo" como primera hipótesis de conflicto mundial, e imponer a Europa los "planes contraterroristas" hoy institucionalizados a escala global.
Y hay un dato clave: Si se detuviera la industria y el negocio armamentista centralizado alrededor del combate contra el "terrorismo" (alimentado por un presupuesto militar de US$ 740.000 millones) terminaría de colapsar la economía norteamericana que hoy se encuentra en una crisis financiera-recesiva de características inéditas. En septiembre pasado, Obama, cabizbajo, derrumbado en las encuestas, presionado por amigos y enemigos, con el Imperio colapsando por adentro y por afuera, invocó la frase mágica: "Nunca vacilaremos en la persecución de Al Qaeda".
La idea fue lanzada: Y ahora, como siempre, la CIA y el FBI se ocupan de que la amenaza no decaiga y continúe vigente. El Imperio siempre se renueva. Igual que el "terrorismo".
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