Resultados

martes, 7 de septiembre de 2010

Hermes Trimegisto y La Tabla Esmeralda

Hermes Trismegisto es el nombre griego de un personaje mítico que se asoció a un sincretismo del dios egipcio Dyehuty (Tot en griego) y el dios heleno Hermes,[1] o bien al Abraham bíblico. Hermes Trismegisto significa en idioma griego “Hermes, tres veces grande”.

Hermes Trismegisto es mencionado primordialmente en la literatura ocultista como un sabio que trabajó en la alquimia y desarrolló un sistema de creencias metafísicas que hoy es conocida como hermética.

Para algunos pensadores medievales, Hermes Trismegisto fue un profeta pagano que anunció el advenimiento del cristianismo. Se le han atribuido estudios de alquimia como la Tabla de Esmeralda –que fue traducida del latín al inglés por Isaac Newton– y de filosofía, como el Corpus Hermeticum.

No obstante, debido a la carencia de evidencias contundentes sobre su existencia, el personaje histórico se ha ido construyendo ficticiamente desde la Edad Media hasta la actualidad, sobre todo a partir del resurgimiento del esoterismo.

La Tabla de Esmeralda es un texto breve, de carácter críptico, atribuido al mítico Hermes Trismegisto, cuyo propósito es revelar el secreto de la sustancia primordial y sus transmutaciones.


Hasta el siglo XX las fuentes más antiguas conocidas eran manuscritos medievales, pero investigaciones posteriores han hallado predecesores arábigos en Kitab Sirr al-Khaliqa wa Sanat al-Tabia (c. 650 d.C.), Kitab Sirr al-Asar (c. 800 d.C.), Kitab Ustuqus al-Uss al-Thani (siglo XII) y Secretum Secretorum (c. 1140).

Propósito de la Tabla

En la Tabla de Esmeralda está condensado o resumido todo el arte de la Gran Obra, objetivo principal de la alquimia.

La alquimia es el arte del perfeccionamiento y la Gran Obra implica su cumplimiento, la perfección. La Tabla de Esmeralda contiene en sus pocas líneas el secreto de la Gran Obra, es un pasaje directo para la perfección.

Dicho mensaje es expresado de modo simbólico, su sola lectura no revela su significado. El acceso a la Gran Obra requiere trascender nuestra limitación racional, de ahí que todo alquimista conlleve una transmutación personal paralela que le permita acceder al lenguaje del Símbolo.

El Todo, el Uno, tan sólo se expresa simbólicamente, y es necesario el aprendizaje en la hermeneútica del Símbolo. De no ser así, su sola simplicidad generará incredulidad. La Razón aguarda complejidad ante lo complejo, mientras el Uno, el Ouroboros, se descubre ante la simplicidad de otra lectura, de otro lenguaje.

En definitiva, la expresión críptica de la Tabla no es intencional, sino que requiere de la persona adecuada, capacitada para la Gran Obra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario