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jueves, 1 de octubre de 2009

Histórico: Tony Blair será el Primer 'Presidente de Europa'

Aunque todavía deben transcurrir largas semanas hasta que los irlandeses sean convocados a las urnas para expresarse por segunda vez sobre el Tratado de Lisboa, la polémica ya está instalada en Europa respecto de las reformas institucionales que la flamante normativa acarrea. En rigor, la eventual designación del ex Primer Ministro británico Tony Blair al frente del flamante cargo de Presidente del Consejo de la Unión Europea genera desconfianza en algunos y rechazo en otros. Sin embargo, la ausencia de un candidato mejor parece inclinar la balanza a favor del líder laborista.
Para sus detractores, el ex premier británico es un “euroescéptico” que siempre miró de reojo a la UE. En este sentido, señalan que Blair fue en buena medida responsable de que Inglaterra no adoptara el euro, mientras que los demás gigantes de la Unión, como Francia y Alemania, apostaron por dicho proyecto. Otros lo acusan de instigar la división política en el seno de la Unión con su apoyo a la invasión norteamericana a Irak en 2003.
Finalmente, numerosos analistas políticos recuerdan que Blair ejerce desde hace dos años el puesto de representante del Cuarteto Estados Unidos-Rusia-ONU-UE sobre la crisis de Oriente Medio, una institución prácticamente fantasma que no ha logrado avances significativos bajo la dirección del británico.
Sus defensores, en tanto, destacan el carisma personal y la capacidad de liderazgo que distingue al ex Premier. Para ellos, una figura con la cintura política del británico será capaz de destrabar los conflictos que puedan originarse en una estructura que actualmente contiene a 27 naciones. En al sentido, la ministra inglesa para Asuntos Europeos, Glenys Kinnock, expresó recientemente que Gran Bretaña apoyará la designación de su ex hombre fuerte. El propio Gordon Brown había dado el visto bueno tiempo atrás, pero aclarando que la discusión debería realizarse recién cuando se logre la plena ratificación del Tratado de Lisboa.
Así las cosas, Tony Blair aparece paradójicamente hermanado con el portugués José Durao Barroso, quien se postula para un segundo período al frente de la Comisión Europea. En verdad, la posibilidad de que ambos líderes sean elegidos se incrementa ante la ausencia de otros candidatos viables. Dicho de otro modo, el inglés y el portugués probablemente no sean las mejores opciones… pero hasta ahora son las únicas disponibles. Aunque se barajan otros nombres para la presidencia del Consejo –entre ellos Felipe González, artífice del ingreso español a la Comunidad en 1986; y el actual primer ministro francés, François Fillon- de momento Blair aparece al tope de las apuestas continentales.
A ello se suma la reciente victoria de las agrupaciones conservadoras en los últimos comicios europeos. Es muy factible que una Eurocámara claramente volcada hacia la centro-derecha vea con buenos ojos la designación de Blair (y más todavía la de Barroso). Ante este panorama, la elección del ex Primer Ministro dependerá de la postura que adopten los “pesos pesado” de la Unión, particularmente Ángela Merkel y Nicolás Sarkozy. Aunque el francés apoyó abiertamente a Blair en varias oportunidades, su colega alemana todavía parece guardar cierto recelo al respecto.

Una institución crucial
El Consejo de la Unión Europea es el lugar de encuentro de los 27 jefes de Estado y de Gobierno de la UE. Representa la institución política más relevante del continente, puesto que allí se deciden los lineamientos generales de la Comunidad. Si bien la mayoría de las decisiones legalmente vinculantes de la Unión son tomadas por otras instituciones, la mayoría de las directrices concernientes al desarrollo político e institucional del bloque son tomadas, o al menos autorizadas, por el Consejo Europeo.
Su origen se remonta a los años sesenta, cuando los mandatarios de la Europa de los Seis decidieron comenzar a reunirse de modo informal para intercambiar ideas, promover la mutua comprensión y dar impulso al proceso de integración. Si bien su institucionalización se produjo en 1974, el Consejo Europeo permaneció al margen de orden legal regional hasta que el Acto Único de 1986 le otorgó reconocimiento jurídico. Más tarde, el Tratado de Maastricht le atribuyó explícitamente la responsabilidad de definir la orientación política de la Unión, tanto a nivel comunitario como en los aspectos de política externa y de seguridad común.
En una estructura tan netamente cooperativa como la del Consejo Europeo, la diplomacia y sus modos de actuación tienen un papel muy importante. Por ello, gran parte de la responsabilidad sobre el éxito de estas reuniones recae en el país que ostenta la presidencia semestral. A dicho Estado corresponde tanto la organización de las reuniones como el esfuerzo por lograr el acuerdo entre los participantes.
Según la normativa vigente, el Consejo Europeo se reúne al menos dos veces al año, bajo la presidencia del jefe de Estado o de Gobierno del país que ejerce la presidencia rotativa de la Unión. Pero el Tratado de Lisboa crea el nuevo puesto permanente de Presidente del Consejo Europeo, con un mandato de dos años y medio, a efectos de dotar de continuidad y estabilidad a las tareas de la institución. Ello significa nada menos que el final del sistema de presidencias rotatorias, aunque el mecanismo seguirá vigente en el Consejo de Ministros.
De esta manera, la Unión busca dar respuesta a un tradicional problema: la carencia de una figura que represente al bloque en forma continuada ante el resto del mundo. Hace más de tres décadas, el entonces secretario de Estado norteamericano, Henry Kissinger, lamentaba que Europa no tuviese una única voz con la cual dialogar. Con su habitual mordacidad, el experimentado funcionario sostuvo que, si deseba contactarse con China o Rusia, sabía a qué teléfono llamar. Por el contrario, si quería comunicarse con Europa, no sabría qué número marcar. A menos que aparezca un candidato mejor, es probable que dentro de unos pocos meses dicho teléfono sea atendido por Tony Blair.


Fuente: Observanto



La toma de poder en el Viejo Continente está apunto de completarse, el Plan Bilderberg 2009 podría dar por cumplido uno de sus objetivos. Una vez aprobado el Tratado de Lisboa, los europeos no tendrán vuelta atrás: habrán institucionalizaado el Superestado Europeo. Las anteriormente soberanas naciones europeas pasarán a ser esclavas, sin escapatoria, de los designios de las burocracias y el Presidente del Consejo Europeo. Y ese no será otro que Tony Blair. Si, el mismo amigo de George W. Bush, quien fuera su "compañero de armas" en Afganistán e Irak y gran promotor de la "Guerra contra el Terror". Seguramente hará buena pareja con Obama para arrastrarnos a la Tercera Guerra Mundial.
La única esperanza que le queda a los hermanos europeos es que sea rechazado en Irlanda en Tratado de Lisboa, pero como van las encuestas, el destino no está de su lado. Solo queda esperar que el pueblo irlandés escoja sabiamente su destino y el de los millones de europeos.
¡No se la dejen tan fácil a los impulsores del Nuevo Orden Mundial!

"En menos de 48 horas, los irlandeses irán a votar para tomar una de las decisiones más importantes de nuestra historia política reciente. Tenemos una opción clara este viernes y lo que está en juego no puede ser más importante"

(Brian Cowen, Primer Ministro Irlandés, a favor del Tratado)

Por todo lo anterior, NO al Tratado de Lisboa!

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